La preparación del suelo es una de las tareas principales antes de plantar cualquier cultivo, sea hortícola, arbusto o árbol. El inicio de desarrollo requiere un suelo suelto para permitir un buen desarrollo de las raíces en formación, sin presencia de obstáculos o apelmazamiento.
A pequeña escala, aquí es donde surgen las motoazadas, una herramienta indispensable cuando, por la superficie de nuestro terreno, no podemos optar a trabajarla manualmente con una azada ni mucho menos utilizar un tractor de grandes dimensiones.
Se conoce como motoazada o motocultor a una herramienta mecánica que funciona generalmente con combustible para realizar tareas de labrado o arado.
Sin embargo, dentro de este sector, encontramos muchos tipos y marcas, y hay diferencias notables entre las motoazadas, especialmente según la superficie a trabajar o la dureza del suelo.
¿Qué buscamos de una motoazada?
Frente al amplio mundo de tipos de motoazadas, complementos y aperos que podemos encontrar en el mercado, lo ideal para nuestro huerto es buscar la sencillez, facilidad de movilidad y resultados.
A nivel de huerto, una motoazada de poco peso (entre los 25 y 35 kg) y una buena maniobrabilidad es lo ideal, ya que ocupan poco espacio para guardarlas y facilita el movimiento, especilamente cuando aramos superficies con árboles, obstáculos y caminos.
En dicho sector, las motoazadas honda son las que mejores resultados ofrecen para este ámbito de huerto. El ancho de trabajo que ofrece este tipo de maquinaria es variable, aunque para un jardín de superficie media nos bastará con una medida de entre 50 cm.
Los modelos más pequeños, con un ancho de trabajo de 30 cm, están pensados para huertos pequeños o con carriles muy estrechos por una densidad de plantación alta.
En definitiva, las opciones y características que buscamos de un motocultor o motoazada para nuestro huerto son las siguientes:
- Facilidad de manejo y buena maniobrabilidad.
- Poco peso y facilidad de transporte.
- Tamaño reducido para su guardado y conservación.
- Ancho de trabajo de entre 30 y 50 cm.
Los beneficios del arado del suelo
Existe una tendencia en auge donde se defiende la conservación del suelo con la técnica del «no till» (no arado), evitando afectar a la microfauna y especies de microorganismos que habitan en él.
Sin embargo, existen razones de sobra y contrastadas científicamente donde es necesario realizar un arado del suelo, ya sea por medios mecánicas o con el uso de herramientas como la motoazada.
Favorece el drenaje en suelo apelmazados
En situaciones de falta de drenaje, ya sea por el apelmazamiento del suelo en aquellos de textura arcillosa o por fuertes lluvías, es necesario realizar un movimiento de tierras en los primeros centímetros, y eso lo podemos hacer de manera sencilla con las motoazadas.
Con ello, abrimos canales de evacuación de agua y facilitamos la oxigenación del suelo, evitando la proliferación de microorganismos que habitan en entornos con falta de aire (bacterias anaeróbicas).
La correcta relación entre aire y agua en la planta permite un correcto desarrollo de microorganismos en el suelo y mejora la capacidad de enraizamiento y la sanidad vegetal de las raíces.
Distribución de la materia orgánica
De sobra conocemos los beneficios de tener un suelo con una buena cantidad de materia orgánica, siendo recomendable por la FAO superar el 2% de contenido.
Sin embargo, cuando lo aplicamos en la superficie, no se aprovecha del todo por no tener acceso a capas más profundas de suelo. De ahí que el uso de las motoazadas o motocultor pueda facilitar la distribución y repartición del compost o estiércol por todas las superficies del mismo.
Esto garantiza una mejora en las propiedades del suelo para retener y movilizar nutrientes, protegerlos de su degradación, conservar la humedad y la temperatura, e incrementar la fauna beneficiosa del suelo.
Repartición de nutrientes
Cuando realizamos una aplicación a voleo de fertilizantes, especialmente en cultivos en secano, cereales o como aplicación adicional frente a la fertirrigación, necesitamos una correcta repartición en todo el suelo.
Por ello, aplicar fertilizantes sólidos y después realizar la labor de arado con la motoazada permite una repartición homogénea del fertilizante y que éste esté en contacto con toda la superficie radicular del cultivo. Con ello conseguiremos un aumento de las producciones agrícolas.
¿Cada cuánto realizar el arado en nuestro jardín?
No existe una fecha fija recomendada, ya que depende de cómo estemos aprovechando nuestro jardín o huerto.
De forma general, se recomienda realizar un pase de arado como mínimo 1 vez cada 2 años, aunque la frecuencia se reducirá si realizamos un cultivo intensivo (mínimo 2 rotaciones por año) o nuestro suelo tiene una textura muy arcillosa y acumula mucha humedad.
También, es recomendable realizar un pase con las motoazadas cuando apliquemos fertilizantes sólidos o materia orgánica al suelo, para facilitar su repartición.
El mejor momento para realizar el arado
Una de las mayores críticas que recibe el arado es cuando se realiza en un suelo seco, ya que se tiende a romper los agregados y a facilitar su erosión. Por tanto, se recomienda realizar esta tarea con la motoazada cuando el suelo se encuentre en estado de tempero.
El tempero es una situación de humedad ideal para la siembra o desarrollo de cualquier cultivo, donde existe agua disponible para las plantas pero sin encontrarse el suelo excesivamente humedecido o encharcado.
Bajo estas condiciones, el suelo amortigua el efecto de disgregación de partículas del labrado y permite potenciar los efectos positivos de esta tarea.